Yahvé, tu eres mi Dios, yo te ensalzo, alabo tu nombre, porque has hecho maravillas y planes muy de antemano, que no fallan.
Isaías 25, 1.
Ser Cristiano es una verdadera alegría. La alegría es como el signo del cristiano. Un cristiano sin alegría o no es cristiano o está enfermo. […] Hay cristianos con cara de pimiento avinagrado, siempre con cara así, con el ceño fruncido: también el alma es así, allí está lo feo, esos no son cristianos. Un cristiano sin alegría no es cristiano. La alegría es como el sello del cristiano, también en el dolor, en las tribulaciones, aun en las persecuciones (Papa Francisco). Por lo tanto, si no vives con alegría el ser Cristiano, si para ti es simplemente una carga o una obligación, si te limitas a cumplir y ya está, no has descubierto aún lo que realmente significa ser Cristiano.
¿Por qué deberíamos estar alegres? Porque Dios te ha creado, y ha creado un bello mundo a tu alrededor. Porque ha decidido intervenir en la historia humana en tu favor, culminando su intervención con Jesús. Porque Jesús ha recibido tus insultos y desprecios, tu mal, tu muerte, tu pecado, tu soberbia, tu ingratitud… ¿Y para qué? Para que tu recibas la riqueza, la paz, el bien, el amor, y la vida de Él. Porque Jesús ha sido crucificado por ti, para que tu recibas la salvación de Él. ¡Porque Dios te ama!
¿El problema es que estás sufriendo? Dios te salvará. No se como, ni cuando, pero lo hará. Y se dirá aquel día: Ahí tenéis a nuestro Dios: esperamos que nos salve; éste es Yahvé en quien esperábamos; nos regocijamos y nos alegramos por su victoria (Isaías 25, 9). Ten presente que el peor mal, el inevitable, la muerte, ya ha sido vencida. Así que aunque estés en el peor de los casos y tu destino sea la muerte, gracias a Dios tu destino ahora es la vida.
¿Y como recuperar esta alegría? ¡Dejándote amar por Dios! Simplemente, disfruta de lo que Él te regala cada día y descansa en Él. Además recuerda emplear los dones que Dios te ha regalado: las armas de la luz, con las que puedes combatir al maligno que quiere que te entristezcas y dudes del amor de Dios. Además ten siempre presente a la Iglesia, tu Madre y guía en el camino, que mediante los Sacramentos te prepara adecuadamente para recibir este amor gratuito e impresionante de Dios. ¡Para que vivas con la alegría de saberte amado por Dios! ¡Sí, grandes cosas ha hecho por nosotros Yahvé, y estamos alegres! (Salmo 126, 3).